Me siento en un banco de piedra a orillas de la playa, mientras mi perro se dedica a olisquear por los alrededores. Es pasada la medianoche, y a pesar de ser finales de diciembre, la temperatura es muy agradable. Corre una suave brisa y las calles, a estas horas, están vacías de gentes.
El cielo está casi despejado, sólo se ven unas pocas nubes blancas que lo cruzan
a toda velocidad. Las aguas del océano reflejan como un espejo los rayos de luz
que emanan de la luna. Ésta, casi llena, ilumina la oscuridad de la noche
excepto cuando se esconde detrás de las nubes. Aún así se pueden ver las
estrellas que más brillan incrustadas en la profundidad del firmamento.
Al fondo, de frente, puedo observar las luces de una gran ciudad que iluminan
parte de la noche. En ella distingo la señal del faro romano que hace de guía a
los que por mar se acercan.
Puedo escuchar cómo las olas que llegan a la orilla se mueren en ella. Aunque
pasa de medianoche y aún faltan algunas horas para que el sol haga acto de
presencia en el horizonte, algún pájaro trasnochador escondido en las ramas de
un árbol canta una alegre melodía que yo tomo para mí.
Todos mis sentidos gozan de lo que percibo a mi alrededor. Disfruto de este
momento, de la calma, la tranquilidad y la paz e intento que cada célula de mi
cuerpo se impregne de ello.
Me emociono. Y me pregunto si realmente sabemos apreciar los pequeños
detalles, si sabemos vivir dando gracias por lo que tenemos, si sabemos discernir
lo que de verdad importa, si sabemos disfrutar de la vida,……..me pregunto si
realmente sabemos VIVIR.
Vivir sin dejarnos influir por lo que nos hace daño, vivir apartándonos de lo
que nos pone frenos para crecer, vivir alejados de lo que no nos deja
vivir,…….y en este momento, vivir sin dejarnos arrastrar por la falta de
optimismo social.
Sólo nosotros podemos escoger lo que queremos, tenemos la libertad de
elegir, aunque a veces no veamos el camino iluminado como nos gustaría que
estuviera.
Me sonrío, doy gracias por este momento aquí y ahora, y por todo lo vivido este año
que se acaba, por tantas experiencias........por todo lo que me ha dado.
También doy la bienvenida al Nuevo Año, le expreso mis deseos y recuerdo que
creer es crear. Abro mi corazón para recibir lo nuevo que me espera y me tenga
preparado el destino.
Me levanto y me dirijo a casa con mi perro, con el firme
convencimiento de que se puede vivir y sentir como lo he hecho ahora, en este
momento, con bienestar y felicidad. Sé que esta reflexión no quedará sólo en
eso, sino que intentaré cada día ponerla en práctica, para, independientemente
de las circunstancias exteriores que me rodeen, que mi Ser esté emocionado cada
día por VIVIR la vida.
Feliz Año Nuevo
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